Metro de Lima

El primer día de clases del colegio, que asco!. Había que levantarse temprano para ese primer día de clases. Habían pasado casi 3 meses tirado en mi cama durmiendo hasta tarde, viendo tele, jugando en la calle, visitando amigos y familiares y por ahí algún viajecito familiar. Acostumbramos ir unas semanas antes de las clases a comprar los uniformes con mis padres y mis hermanos. En lo que es zapatos, siempre cada año teníamos zapatos nuevos, pero nunca mate mucho mis zapatos del año anterior, así que para el siguiente año siempre tenia uno de repuesto, en cambio los zapatos mas paraban en el zapatero que en mi casa. Siempre ha sido un destructor de zapatos, hasta ahora y no se que hace para dejarlos moribundos. El primer día del cole, siempre uno con la camisa bien planchadita, las bastas precisas, siempre me gusto que mi pantalón de colegio tenga corte clásico mismo jean, odiaba cuando veía algún ridículo con la basta angostita y los pantalones bolsudos con pliegues, me acuerdo y se me pone la piel de gallina. También algunos usaban la media blanca, nunca me gusto esta opción. Como todo colegio siempre acomodando las cosas a ultimo minuto.

Una cosa que no me gusto del primer día de clases, es que todo el mundo tiene un discurso preparado y habla el director, el sub-director, el “regente” (después tengo que rajar de él), la Hermana (mi cole era religioso), el de apafa y así sucesivamente hasta llegar al portero. Pero nadie se ponía a pensar en que todavía era verano y todos nosotros estamos ahí parados desde las 8am. Escuchando tonterías, discursos mediocres puro bla bla bla bla!!!, que a esa edad no te interesa un carajo. Mientras que estas parado ahí haciendo fila, tas jodiendo al del costado, o mirando a la flaca que te gusta y ves como ha crecido o le ha crecido, en fin. Al final de todos los discursos del Himno Nacional y de otras cosas, terminas todo sudado parado en el sol, por lo menos las autoridades del colegio han estado escuchando todo ese ritual sentados. Después te van diciendo a que pabellón ir, cual será tu salón de clases. Al comienzo todo el mundo busca hacer al toque su manchita y de repente notas que todo el chongo esta al otro lado tuyo, eso pasa si no eres del grupo por varios motivos: eres el lorna, eres el antisocial de la clase o eres el hijo del directory en el peor de los casos; eres el nuevo. En mi caso creo que era el antisocial, tenia pocos amigos y ellos eran también como yo, antisociales. Pero tenia mis motivos para hacerlos por que no me gustaba las manchas pateras con los profesores, ni los loquitos “Eje” con fanatismo religioso que mas era pose, ni los que se creían mas que todos por su condición económica.

Siempre me gusta andar con gente sencilla y sin prejuicios de nada, con amigos que puedan decir y hacer lo que quieran pero con juicio. Éramos cuatro los antisociales, parecíamos de una banda de rock. Pero si eras el nuevo del salón, pobre de ti. En primaria me toco ser el nuevo. Hasta ahora odio ese colegio, me quito mis amigos, aunque después los volví a ver, pero ya no era lo mismo.

Uno de esos primeros días de clases, llegamos al que seria nuestra aula por todo ese año y cada cual se sentó donde mejor le parecía. Yo me fui a una de las carpetas del fondo, era mi lugar favorito, no por desde ahí hacer travesuras, me sentía protegido ahí de todo y todos. Cuando me senté sentí una sensación de “pega pega”, toque la carpeta y era pintura fresca la note seca y me senté igual. Cuando quise pararme volvi a sentir así como cuando despegas algo. Es cuando dices: “…ta mare! “, pero lo dices solapa mas que todo por el roche. No me quería parar para nada, menos mal que ese primer día solo era media mañana. Empecé a jalar mi camisa un poco hacia delante y solo vi una manchita de esmalte marrón. Como siempre, habían pintado las carpetas al parecer recién un día antes y para piña me toco una todavía fresca. Creo que fui el ultimo de salir del colegio, tome el primer carro y llegue a mi casa. Ahí recién pude ver bien la mancha. Tenia la media espalda con esmalte marrón y la parte de mi traserito también. Pensé que me iban a gritar, pero menos mal no paso nada. Por suerte tenia otras camisas nuevas y el pantalón del año pasado. Creo que mi mama se encargo del chongo pero con el director. Al día siguiente paso algo gracioso a medida que la gente iba pasando a sus aulas veia muchas espaldas que ya no eran blancas, parece que las habían lijado o pasado esponjita verde a la fuerza. Esas camisas ya estaban crema en el segundo día de clases. Sentí un alivio por lo menos no fui el único.

Ser el único que le paso algo en el colegio, eres el estigma hasta que le suceda a otra persona. Hay que cuidarse de todo, de que no te hagan caer, de que no te bajen el short en educación física, de que no te caiga la mota, etc… el colegio es como una “cárcel” donde el más fuerte abusa de débil y al que se enfrenta a eso siempre terminas con una mancha que te espera a la salida. Como diría Daniel F: “ al colegio no voy mas, ni huevon!!!“